
Soy Omolayomi Lawal
Mi Por Qué
El verdadero cambio social proviene de destruir la raíz original de los problemas: encontrar cuál es realmente el problema, y luego reconstruir. El mayor problema que veo cuando se trata de reformas es intentar reorganizar un sistema injusto para que funcione, en lugar de destruirlo por completo. Esta mentalidad está basada en una forma de pensar capitalista: gratificación inmediata y resultados rápidos. Pero el cambio verdadero y sostenible toma tiempo. Primero hay que arrancar de raíz, luego plantar, luego regar la semilla, podar el fruto, y así sucesivamente.
Desde muy joven, siempre he tenido un corazón para los menos afortunados. Antes de que Dios transformara mi vida y me diera una educación real, sin adulterar, siempre buscaba soluciones—cosas que pudieran potencialmente arreglar el problema. Mi manera de pensar era: cuando tenga millones, construiré casas, haré XYZ... todo mi dinero será usado para el cambio. En teoría, y muchas veces incluso en la práctica, esto podría tener sentido. Pero el problema en sí nunca estaba siendo realmente resuelto. Esa forma de pensar, ahora lo veo, es lo que llamo una manera perezosa de intentar generar un cambio social.
Especialmente en el contexto de la sociedad estadounidense, la fuente de la desigualdad proviene de un sistema perverso de creencias cristianas que se han hecho concretas y se han incrustado en un modelo económico llamado capitalismo. Esa es la fuerza impulsora número uno detrás de los problemas que aterrorizan a esta nación, a su gente, y a la tierra sobre la que se asienta.
He recurrido a muchas cosas, intentando constantemente averiguar cómo resolver los problemas—desde la equidad educativa hasta la falta de vivienda. Pero lo que he llegado a entender es esto: los problemas que he estado tan frustrado por querer resolver son simplemente ramas de un árbol que tiene raíces profundas y siglos de antigüedad. Simplemente cortar ramas como la “reforma educativa” no será suficiente. Todo el árbol tiene que ser quemado. Las raíces tienen que ser arrancadas de la tierra.
Este es un camino menos recorrido—porque toma tiempo.
Estoy en una misión para destruir ese árbol y plantar una nueva semilla. Puede que no viva para verla florecer, pero seré quien se levante y destruya este sistema para que las generaciones que vienen detrás de mí puedan vivir y ver un mundo diferente. Para que mis niños, a quienes enseño, puedan tomar la estafeta, correr con ella, y pasarla a sus hijos.
Esto no se trata de mí.
Esta lucha es por ellos.
Contacto
Siempre estoy buscando oportunidades nuevas y emocionantes. Conectemos.